Tras alcanzar la presidencia al inicio de la década del 90, el dirigente de ascendencia japonesa disolvió el Congreso, clausuró la discusión política e impuso un régimen atroz. Fue sentenciado por crímenes de lesa humanidad pero consiguió indulto presidencial que se consolidó con el fallo judicial del año pasado que ordenaba su liberación.

A los 86 años murió ayer Alberto Fujimori, el exdictador que entre 1990 y 2000 encabezó un régimen autoritario marcado por las violaciones a los derechos humanos y la corrupción. Murió en libertad, en la casa de su hija y heredera política Keiko, a pesar de haber sido sentenciado en 2009 a 25 años de prisión por crímenes de lesa humanidad y varios cargos de corrupción. Había salido de prisión en diciembre pasado gracias a la decisión del gobierno de Dina Boluarte de reactivar un indulto de 2017 que había sido anulado por la Corte Suprema y declarado ilegal por la Corte Interamericana de Derechos Humanos. La noticia de su muerte se conoció poco después de las seis de la tarde (ocho de la noche hora de Argentina). La anunció por la Red X su abogado, Elio Riera, que sin avisarle a nadie se adelantó a la familia en comunicar el fallecimiento del exdictador.

Fujimori tenía un cáncer a la lengua controlado hace más de veinte años y que había reaparecido y recientemente se habría extendido al pulmón. Pero desde que salió en libertad había exhibido públicamente un estado saludable para su edad, con una permanente presencia en redes para propalar mensajes políticos y el anuncio de su intención de ser candidato presidencial en 2026. Hace poco más de dos meses se rompió la cadera al sufrir una caída en su casa. Esto habría empeorado su situación, lo que llevo a su muerte.

“Después de una larga batalla contra el cáncer, nuestro padre Alberto Fujimori acaba de partir al encuentro del Señor. Pedimos a quienes lo apreciaron nos acompañen con una oración por el eterno descanso de su alma”, escribió en la Red X Keiko Fujimori. Al final del mensaje se ponen los nombres de los cuatro hijos del autócrata recién fallecido.

El mensaje del gobierno

El gobierno peruano envió un mensaje lamentando la muerte del exdictador, que calificó de “sensible fallecimiento”, y expresando sus condolencias a la familia. El jefe del gabinete ministerial, Gustavo Adrianzén, señaló que el gobierno le ha ofrecido a la familia un funeral con todos los honores de un jefe de Estado, algo que levanta serios cuestionamientos por tratarse de un dictador condenado por asesinato, secuestro y corrupción. El gobierno de Boluarte y el fujimorismo, que tiene un rol clave en el Congreso, mantienen un acuerdo no escrito de apoyo mutuo.

Dirigentes del fujimorismo, exministros y funcionarios de la dictadura comenzaron a desfilar desde la tarde del miércoles por la casa de la familia Fujimori cuando se conoció el repentino agravamiento de la salud. Del exmandatario. Cuando llegó la noticia de su muerte, desde el fujimorismo se multiplicaron los elogios a su líder, tratando de reivindicar la cuestionada figura del exmandatario responsable de graves crímenes, repitiendo que “derrotó el terrorismo”. Las alabanzas llegaron a niveles de delirio: el excongresista fujimorista Miguel Torres lo llamó “héroe nacional”. Decenas de simpatizantes fujimoristas se reunieron frente a la casa de los Fujimori.

Autoritarismo y corrupción

Fujimori justificó su dictadura y construyó su imagen política en el combate al grupo armado maoísta Sendero Luminoso, que encabezó Abimael Guzmán. Murió un once de septiembre, la misma fecha en la que en 2021 murió Guzmán, también a los 86 años.

El fujimorismo ha marcado la política peruana en las últimas tres décadas con su sello de autoritarismo y corrupción. Pero en 1990 Alberto Fujimori era un desconocido ingeniero agrónomo que sorpresivamente derrotó en las elecciones presidenciales al escritor Mario Vargas Llosa, candidato de una coalición de partidos tradicionales de derecha y gran favorito de esas elecciones. Lo hizo con un discurso contra el neoliberalismo que defendía el escritor. Una vez en el poder, Fujimori aplicó las políticas neoliberales que había propuesto Vargas Llosa y que él había atacado en la campaña.

En 1992 Fujimori dio un giro autoritario definitivo. En abril de ese año dio un autogolpe, que anunció por televisión. Cerró el Congreso, intervino el Poder Judicial, la Fiscalía y todas las instituciones. Tomó todo el poder en sus manos, gobernando desde entonces de la mano con los militares. Impuso un gobierno con extendidas violaciones a los derechos humanos, un duro ajuste económico en el marco de la implementación de una extrema política económica neoliberal, se pusieron en marcha privatizaciones marcadas por la corrupción, se liquidaron los derechos laborales, se reprimieron a los sindicatos, a las organizaciones sociales y toda protesta. También aplicó un extendido clientelismo.

Bajo las órdenes de Fujimori, su poderoso asesor y jefe de facto de los servicios de inteligencia y de las fuerzas armadas, Vladimiro Montesinos, organizó con miembros del ejército un escuadrón de la muerte, llamado Colina. En noviembre de 1991, el destacamento Colina ingresó a una modesta vivienda de la zona conocida como Barrios Altos, en el centro de Lima, donde había una fiesta de vendedores ambulantes, y acribilló a sus asistentes. Mató a quince personas, entre ellas un niño de ocho años. En julio de 1992, los militares de Colina entraron a la Universidad La Cantuta, en las afueras de Lima, secuestraron a nueve estudiantes y un profesor, y luego los ejecutaron, quemaron sus cuerpos y los enterraron. Las tumbas clandestinas fueron encontradas luego, pero no todos los cuerpos han sido recuperados. Por estos dos casos, Fujimori fue sentenciado en 2009 a 25 años por crímenes de lesa humanidad. El destacamento Colina cometió muchos otros asesinatos. Por otro de sus crímenes, el secuestro y ejecución de seis campesinos en 1991, Fujimori estaba siendo juzgado cuando murió.

La caída

Cuando su dictadura se desmoronaba en medio de denuncias de fraude para reelegirse el año 2000, escándalos de corrupción y violaciones a los derechos humanos, Fujimori huyó del país en noviembre de 2000. Se refugió en Japón, el país de sus padres, donde encontró protección. En noviembre de 2005, sorpresivamente viajó a Chile, donde fue detenido y extraditado al Perú en setiembre de 2007 para ser juzgado. Estuvo detenido en una prisión VIP en un amplio ambiente de un cuartel policial en las afueras de Lima. Fue indultado en la noche de Navidad de 2017 por el entonces presidente Pedro Pablo Kuczynski, alegando un supuesto mal estado de salud del ex mandatario.

Pero quedó en evidencia que ese indulto fue consecuencia de una negociación política entre Kuczynski y Kenji Fujimori, hijo menor del exdictador y entonces congresista, para canjear el indulto por una decena de votos de la bancada fujimorista para salvar a Kuczynski de una destitución por acusaciones de corrupción. El entonces presidente se salvó de la destitución, pero meses después tuvo que renunciar. Este indulto fue considerado ilegal y anulado por la Corte Suprema en octubre de 2018, y Fujimori volvió a prisión, pero en diciembre pasado el gobierno de Boluarte restituyó este indulto y Fujimori salió libre.

La negra historia del dictador Fujimori ha llegado a su fin. Pero el fujimorismo sigue vivo y amenazante.









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