El escenario bizarro de la política argentina. Los despidos en Whirpool, los dibujos del INDEC para maquillar la recesión pasaron a un segundo plano ante la capacidad del Gobierno para imponer su particular agenda.

 

Basta recorrer por encima los temas dominantes de la agenda publicada para advertir el momento prácticamente bizarro de nuestra política. Es el accionar gubernamental, es la plancha desconcertante en que está sumida la oposición y son las consecuencias de ese estadio. ¿Será la calma o desviación temática que preceden a alguna tormenta o, acaso, un clima destinado a permanecer durante largo rato?

La guerra entre la AFA, el Gobierno y los medios oficialistas, operada desde el efectismo de un campeonato de escritorio y una formación de pasillo dando la espalda a los campeones, se lleva por varios cuerpos el conversatorio periodístico, digital y vaya a saberse si, también, masivo. Es de esos disparadores que invitan a la básica y poderosa pregunta de si no pasa nada más importante en el país.

Los títulos de casi toda la prensa ametrallan sin parar, incluso a través de “noticias” y variantes fragmentadas -sobre el mismo tópico- que se suceden una tras otra. Pocas veces se vio algo semejante, tan desembozado.

Hasta un imberbe percibiría que no destrozan a la AFA por sus desaguisados ni por arbitrajes escandalosos, que desde ya sobran. El centro indesmentible es privatizar la actividad futbolística hasta el extremo que sea posible, pero eso ni siquiera es mencionado de refilón por la militancia independiente de los bufones oficiales.

Desde el Presidente de la Nación hasta su ministra de Seguridad instalaron el asunto con rango de gravedad nacional.

Se supone que una cosa es la pasión desenfrenada que el fútbol desata en Argentina. Y que otra, completamente distinta, es llevar el caso a una cuestión de Estado ligada a negociados formidables. Sólo se supone.

En Diputados, con una impunidad ante la que vale detenerse, la legisladora Marilú Quiroz organizó una jornada de seis horas contra “la obligatoriedad y compulsividad” de las vacunas, abarcando relacionarlas con el autismo.

Vimos a un tipo que, a torso descubierto, se mostró imantado por efecto de la inoculación. En 2014 ya habían montado el mismo circo, en una actuación televisiva y con otro protagonista, y adjudicándoselo a otros factores. Los objetos metálicos “se le pegan al cuerpo”, ratificaron esta vez tras varios intentos fallidos.

Lo más parecido a esto que se vio el jueves debe ser el conjunto de infradotados, vestidos de búfalo, que tomaron el Capitolio el 6 de enero de 2021. El acto, el de acá, fue autorizado por la presidencia de la Cámara.

Al margen del espanto y las denuncias de toda autoridad científica, ya con siete niños muertos de sarampión y tos convulsa por no estar vacunados, se desconocen presentaciones judiciales o procederes de oficio. Hubo un delito. Un atentado contra la salud pública.

¿Hecho menor, por haberse tratado de un grupo de delirantes bien que ocupando parte del edificio parlamentario? ¿O símbolo gigantesco?

El Gobierno anunció una suba drástica en las tarifas de luz, gas natural, garrafas y gas propano por redes, a partir de enero. Se calcula que unos 10 millones de habitantes tendrán recorte de subsidios. Mil millones de dólares trasladados al costo de los usuarios. Para las pymes será muy difícil de afrontar cuando, además, se enseñorea una recesión que los dibujos del Indec manifiestan que no existe.

Es a la par de Caputo Toto, quien inventó que tenemos récord de ingreso por exportaciones porque tomó como referencia el período de retenciones cero. Lo eliminaron ipso pucho tras la advertencia del ministro real, Scott Bessent, luego de que los farmers pusieran grito en el cielo.

Por fuera de contadísimas excepciones, ¿se leyó o escuchó que alguien se escandalizara por esas declaraciones del ministro de Economía, aunque se sepa que está pintado porque lo intervino Washington?

¿Y cuántas voces se alzaron contra el proyecto de reforma educativa? Respuesta fácil e irónica: las del Gobierno contra miembros de su elenco, que filtraron a los medios las características del plan. Respuesta algo más profunda: quienes se oponen, para variar, no tienen la fuerza de una conducción política que los ampare.

Estamos hablando, virtualmente y apenas entre otras delicias, de que cada escuela enseñe lo que le parezca, de que cada familia lo financie y de reintroducir la educación confesional en el ámbito público.

¿Cómo es posible que esto no sea un escándalo al menos preventivo, siendo que “el campo nacional y popular” cuenta con numerosos y destacados especialistas en el terreno pedagógico? ¿Es fuerza mediática lo que (les) falta? ¿O es que no se dispone de ella por carecer, absolutamente, de una dirección político-organizativa y de un liderazgo que sepa trazar los ejes de propuestas específicas?

Se insiste con que al fin y al cabo todo pasa por la batalla cultural y que, también en síntesis, el neoliberalismo venció o está ganando en conquistar la subjetividad de las almas. De las masas. Todo queda reducido a la pantalla del celular y a la inmediatez. ¿Todo? ¿Ya no hay más nada de nada que no sea el territorio digital?

Es un interrogante que convoca a la obviedad de superar la derrota, no para renegar en forma infantil o resentida de la influencia de redes, apps, IA y comandos civilizatorios de esa naturaleza.

Solamente se trata de ver, o aunque sea mirar, si no debería tenerse en cuenta que primero están las convicciones, después la voluntad, más tarde la organización y, al fin, las luchas atinentes sabiendo en cuáles terrenos se reparten.

Acerca de dónde estamos metidos, no debe haber un paradigma mejor que el cierre de Whirlpool. Más de 200 trabajadores despedidos de una fábrica líder en electrodomésticos que, en 2022, invirtió 50 millones de dólares en su planta bonaerense de Pilar para producir 300 mil unidades anuales y exportar el 70 por ciento.

Entre lavarropas y heladeras, la apertura importadora de Brasil y China los demolió en un porcentaje terminal. A nadie debería serle ajeno, ni en este rubro ni en otros, que los precios locales de numerosos productos -sin perjuicio de la presión impositiva- son abusivos. Pero, menos todavía, debiera suceder que no importe un pito ni la cantidad de gente echada a la calle ni el factor estructural del modelo de país.

Whirlpool pasa de fábrica a centro comercializador de importados y es representativo de lo que ocurre en la base productiva del polo industrial santafesino. Es exactamente la misma película de los ’90, con el parripollo más los trabajadores y profesionales calificados manejando taxis ahora sustituidos por Uber, Rappi y símiles.

Pasaron unos 30 años. Muchísimo menos que ayer nomás. No llega a ser una micronésima parte de pestañeo histórico.

¿Qué pasó? ¿Hay una generación de padres y familias que se olvidaron, no asimilaron, no se enteraron, no enseñaron de nada de nada? ¿Sólo se explica que la farsa se reproduzca como tal por obra y gracia de la frustración y resentimientos que dejó el gobierno anterior? ¿Por la necesidad de un outsider de época al que viene alcanzándole con la baja de la inflación, así sea manipulada y a costa de un poder adquisitivo desplomado?

La contestación a preguntas como ésas excede a este espacio y, probablemente, a los saberes de este comentarista.

Pero es seguro que algo, muy hondo, falla entre quienes aspiran a representar una oposición auténtica. Es inexplicable, de otra manera, continuar anclados en el mero denuncismo de lo crueles que son Jamoncito y sus secuaces.

En diálogo con el autor de esta columna, hace unos días, el economista y académico Alfredo Serrano Mancilla citaba un estudio del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (CELAG DATA), del cual es director ejecutivo. Hicieron un relevamiento de las iniciativas parlamentarias de la oposición en lo que va del gobierno de Milei.

Sólo un 25 por ciento de esas presentaciones se relacionan con problemáticas concretas de “la gente”. El resto discurre por divagues. O, sin ser tan “ofensivos”, por cuestiones irrelevantes de cara a las necesidades populares.

Tal lo señalado por Serrano Mancilla, ¿cómo se llega, por ejemplo, a que el tema de la vivienda, un verdadero drama nacional, no ocupe el interés de “la clase” política?

¿Es ése un problema de Jamoncito? ¿Lo es que los únicos debates trascendidos, hacia dentro del peronismo cualquiera fuere la acepción del término, pasen por disputas de cargos e interbloques parlamentarios, chicanas en torno a intendencias del conurbano bonaerense, reparto de cajas y, sobre todo, ausencia de acuerdo sobre una conducción unificada?

Opinamos que disparadores como ésos preceden al debate universalista acerca de territorios digitales, manejos de comunicación y creatividad al respecto.

Si no hay nadie que encabece lo propositivo y que sea apto para tripular el cuerpo a cuerpo, con base imprescindible en la ejemplaridad individual a que aludimos en la nota previa a ésta, será improbable reconstruir esperanzas.

Hay el piso consabido de que esta sociedad siempre demostró capacidad de reacción, más tarde o más temprano.

El tema es quién podrá estimularla.









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