El gobernador Gerardo Zamora participó este domingo por la mañana en la localidad de Villa Mailín de la misa central en honor al Señor de los Milagros, celebrada por el arzobispo de Santiago del Estero, cardenal Vicente Bokalic, junto a su obispo auxiliar Enrique Martínez Ossola y el obispo de Añatuya, Mons. José Luis Corral.

También asistieron a la multitudinaria celebración el vicegobernador Carlos Silva Neder; el jefe de Gabinete, Elías Suárez; los ministros de Gobierno, Seguridad y Culto, Marcelo Barbur, y de Obras Públicas, Aldo Hid, entre otros funcionarios de la provincia.

Durante la homilía, el cardenal Bokalic recordó al Papa Francisco, fallecido el pasado 21 de abril, a quien agradeció por tantas bendiciones que dejó para Santiago del Estero, especialmente durante el año 2024.

En ese mismo sentido valoró las oraciones de toda la feligresía por el Papa León XIV y expresó su convicción de que “seguramente seguirá los lineamientos fundamentales de Francisco, de construir juntos una iglesia sinodal, servicial, evangelizadora y misionera, que salga al encuentro de los pobres, una iglesia que se implique en el trabajo por la justicia y por la paz. Una Iglesia que esté muy cerca a los pobres”.
En ese contexto, Bokalic advirtió sobre la triste realidad de Argentina y del mundo. “Vivimos golpeados por la pobreza, el desánimo, la soledad, las injusticias, la violencia de todo tipo y tantas indiferencias provocadas por el egoísmo, por el individualismo que nos encierra a nosotros mismos y no nos permite encontrarnos con hermanos y hacernos cargo de tanto dolor”, dijo, para luego referirse al sacrificio de Jesús en la cruz y la esperanza de la resurrección.

Agregó más adelante: “Son permanentes las expresiones de agresividad y desprecio a los demás, al que piensa y siente distinto, o aquel que pertenece a otro grupo. Esto se da de una manera muy especial en distintos sectores de nuestra sociedad, pero que son rectores para nuestra convivencia ciudadana”.

Sobre aquellas personas y sectores que promueven el odio dijo: “Cierran al encuentro donde podemos descubrir y visibilizar los grandes males y también a los olvidados de nuestra sociedad; a tantos niños que deambulan solos, sin cariño y sin hogar. A tantos mayores que viven en la marginación y que hoy día quieren ser silenciados. En sus justos reclamos a los enfermos que muchas veces son tratados como una carga y con cierto desprecio. El inmenso mundo de jóvenes sin horizontes que se entregan a bandas que solo buscan lucrar con sus vidas”.

El arzobispo cerró su homilía con un claro llamado a todos los devotos de la Cruz Milagrosa: “Caminemos juntos para hacer levadura de una sociedad que no prioriza el dinero, el poder y la fuerza que aplasta. Pongamos como meta de nuestro camino el amor de Jesús, que es recrear la fraternidad entre todos nosotros”.









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