El ex boxeador campeón del mundo fue un niño desnutrido, que llegó a pedir monedas en la calle para poder alimentarse. Hoy ayuda a sus vecinos en Temperley, con mercadería que le provee la provincia y que también sale a “manguear” a fábricas del conurbano y a los puesteros del Mercado Central.
Cuenta que tenía cinco hermanos cuando vivía en Caleta Olivia, provincia de Santa Cruz, pero cuando sus padres se separaron a él le tocó ir a vivir a Catamarca con su papá y el hambre no tardó en llegar a su vida cuando era apenas un niño: “Mi viejo chupaba, el alcohol lo perdía y me molía a trompadas, no sabés las necesidades que pasé, no comía, estaba como raquítico, algo así le pasó a Carlos Monzón cuando era chico”.
“Me acuerdo que mi vieja vino a visitarme, se asustó cuando me vio tan flaco y me volví a Caleta con ella. La pasé muy mal. Desde ahí no puedo ver en la calle gente que pase hambre, especialmente la purretada, por eso hace cinco años mangueo por todos lados y los viernes damos alimentos a 350 familias en la puerta de mi gimnasio en Temperley”.
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