Santiago del Estero | 21-04-2019

Gabriel Hoyos Izurieta quiere mantener encendido el fuego



A sus 30, escritor santiagueño comparte sus producciones en Instagram. Habla sobre música y la movida cultural en la provincia.



Soy un melómano. La música es terapéutica. No paro de escuchar discos todo el tiempo. Los escucho en cuanto salen. Tengo mis listas en Spotify que las ordeno más que a mis objetos personales. Lo mismo con los libros, es una debilidad, confiesa el autor de Se hundió Disney a El Progreso.

- Ahora publicas escritos en Instagram…

Sí, sí, pero no soy un instapoet de un millón de seguidores. Apenas tengo unos cuantos amigos. Me encanta publicar porque son ideas que se me ocurren durante el día y las escribo en el teléfono. Las pongo en Instagram como ponerlas en un estante éxtimo, y de paso que pueda servir para generar algo, no sé qué, imagino que lectores o conocer a más gente que escriba y que tenga mis inquietudes.

-Es cierto, hay como un vuelco en escritores que publican en las redes en estos últimos años. Con la música sucede algo similar. Da la sensación de que hay mas propuestas a nuestro alcance.

Es que todo está ahí en esa gran nube, cada vez hay menos cosas que habitan por fuera. En algún tiempo se debatió sobre la gratuidad de la música. Se buscaba que la gente pague por escuchar. Hoy ese superó esa idea, y las bandas liberan sus discos en Spoty, iTunes, Youtube y Bandcamp simultáneamente gratis o a un costo muy bajo. La ganancia la generan en las presentaciones en vivo. En literatura muy pocos escritores regalan sus obras. Las editoriales todavía editan en papel. Umberto Eco decía que los libros nunca morirán. Yo un poco le creo.

-Hablando de música, también se nota que la movida creció en la provincia.

Creció todo tipo de expresión artística. No sé si como propuesta original pero si en número, en espacios y reproducciones. Tal vez también en un público que se diversificó. Un ejemplo claro es la propuesta indie, que ya es una movida en sí misma. Antes no había, y solo la veíamos en Buenos Aires. Ahora hay un ambiente para cada género musical. Te puedes ir a una fiesta electrónica, una de rock, de trap, folclore, guaracha o indie.

-Con cuál género te quedas, imagino que el rock.

Me gusta todo porque soy de los que rescata lo más original de cada género. El trap me parece súper interesante, y esa subcultura generacional bien under que generó, es digna de admirar. Los chicos se juntan a rapear en las plazas o andar en skate. Y en cuanto a bandas nuevas, creo que aún no tenemos bandas con una propuesta sólida y sostenible que puedan trascender fronteras interprovinciales. Y eso que estoy atento escuchando todo, eh?

-¿Y el rock? Me desilusionaste. Recomendanos bandas.

Pará, amo el rock, pero hablar del rock es muy general. Hay tantos grises adentro. Me gusta el post punk, que sería como el punk después del punk. Más sofisticado y menos ruidoso. El lo-fi también me fascina, que es más bien una búsqueda de sonido retrotrayéndose a instrumentos antiguos de baja definición. Es como homogeneizar el pasado con el presente. Y bandas que recomiendo, Ok Pirámides que es una banda de post punk maravillosa. Marina Fages que sacó un muy buen disco. Y de música internacional estoy escuchando mucho el nuevo disco de Billie Eilish y el de Gus Dapperton. Siento que los más jóvenes nos están aleccionando todo el tiempo.

-¿Y en dónde se ubica la poesía entre todo esto?

La poesía está lejos de ser un animal en peligro de extinción. Por eso no me preocupa. En toda la provincia tenemos muchos y muy buenos poetas. Un amigo escritor decía que los poetas santiagueños crecían como la flor del Lapacho en primavera. A mí me encanta porque los puedo leer y los tengo cerca.

-Sin embargo los libros de poesía son los que menos se compran en las librerías.

Claro, ese es un gran tema de la poesía. No vende. La gente prefiere los libros de moda o bien sobre temas de opinión pública. Hay algunas excepciones, tenemos el caso de la autora española Elvira Sastre que vende un montón. Y aquí en Argentina a Silvina Giaganti le fue muy bien publicando desde una editorial independiente, o un Fabián Casas que hace poquito sacó otro libro y creo que muchos lo van a comprar.

-¿Que libros nos recomiendas para leer?

De los últimos que leí, el que más me gustó fue El hijo judío de Daniel Guebel. Recomiendo también el de Francisco Bitar “Teoría y Práctica”. Y La guerra contra las mujeres de Rita Segato me parece un libro necesario.

-Tienes un trabajo acerca de las editoriales independientes. ¿Nos podrías contar un poco sobre eso?

Es un tema que investigué y me interesa. Cómo se reproduce este fenómeno editorial en la provincia. En Santiago tenemos a varias editoriales que podrían definirse como independientes. Pero hay que decir que a la vez es una categoría difusa que tiene muchos matices. Yo prefiero no reducirlas a esa etiqueta, sino hablar de editoriales que publican la obra de escritores incipientes, de una baja tirada, con una propuesta visual interesante, una distribución a pulmón, que abarata costos y más que lectores busca generar cómplices. Es casi una cuestión de fe.

-¿Qué viene después de Se hundió Disney?

También es una cuestión de fe. En principio otro libro, es un poemario sobre viajes en ruta. A mí me encanta como quedó, habría ver que dicen las editoriales. Ojalá se publique che, la verdad estoy muy aburrido. Después quiero publicar narrativa. Igual, todo en literatura es demasiado difícil, sectario y mezquino. Trato de consolarme desde el concepto del maestro Tabárez, “El camino es la recompensa”.

-¿Qué haces para no aburrirte?

Cualquier cosa menos mirar tele, se me rompió y no consiguen el repuesto. Extraño esos programas sobre misterios paranormales que dan vueltas en círculos y al final no dicen nada. Una capacidad tremenda de mantener encendido el fuego.

-Dejanos poemas para publicar con la nota.

Dale.





I
Las personas en pareja
Son como una luz
Que se apaga
Día a día.
Pierden imagen,
Lucidez,
Carisma.
Algún día voy a ser
Una pequeñísima luz
En el firmamento oscuro
Distante y acelerada
Escapando de la policía.


II
Grita una mujer
En un callejón sin salida
Pero ya no está más sola
Vienen otras
Para acompañar su grito
Y la película ya no tiene
Un final de terror
Cuando la acción
Se devora el miedo
Al salir a la calle
Para gritar todas juntas.


III
Si me apuras te digo
Que me quiero morir de un balazo
A mi tío le dieron 32
En el 76
Mi madre era una nena
Y yo no había nacido
Para querer morir.



IV
Enojarse
¿Será que así llega
Lo que no está llegando?
Pero que sea un enojo
Real y profundo
Para asustar al que demora
Nuestro destino feliz.


V
Es domingo de buscar
En las redes alguna certeza
De que en esta depresión
No somos los únicos.





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