Salud | 12-10-2014

La extraordinaria vida de René Favaloro, en un nuevo libro



En el flamante "El corazón en las manos", el cirujano cardiovascular Fernando Boullon repasa los logros profesionales de quien se convertiría en una eminencia médica mundial.



En 1977 yo estaba junto a varios cirujanos —argentinos y extranjeros—, reunido en la casa de uno de
los pioneros de la cirugía cardíaca en la Argentina, el doctor Gerónimo Guastavino, festejando uno de los Congresos de la especialidad, cuando tuve la oportunidad de volver a escuchar la anécdota de cómo Favaloro había hecho el primer bypass coronario de la historia.

Había sido en 1967, en la Cleveland Clinic. Para esos años, yo era residente de cirugía general y ni siquiera sabía de la existencia de la cirugía a corazón abierto (open heart surgery). Por eso, creo que es importante, antes de contarles el enorme paso que dio Favaloro, que ustedes conozcan qué se hacía en cirugía cardíaca por ese entonces.

La primera coronariografía (una radiografía de las arterias del corazón) había sido realizada por el doctor Mason Sones, quien se la practicó sobre sí mismo, solo y sin permiso de la clínica. Fuera del horario de trabajo y con anestesia local, se disecó la arteria del brazo izquierdo, se puso un catéter y se inyectó yodo con el 5 n de estudiar los vasos que nutren al músculo cardíaco. Así sentó las bases diagnósticas de una de las enfermedades más comunes en el mundo.

Esta fue la historia que Favaloro nos contó varias veces. Sin embargo, en la historia médica escrita se dice que Sones, estudiando una aorta en un paciente con enfermedad reumática (el 30 de octubre de 1958), se le desplazó el catéter hacia la coronaria e inyectó, sin querer, la coronaria derecha. El paciente tuvo una asistolia (el corazón deja de latir por algunos segundos), y Sones lo hizo toser, recuperando así el ritmo. Probablemente ambas sean verdad: nada más que una no es publicable.

Otro de los procedimientos habituales era implantar las arterias mamarias internas con un tunelizador de Vainberg. La arteria quedaba adentro del músculo del corazón y, si el paciente tenía suerte, se producía la unión (anastomosis) de las mamarias con las arterias coronarias dentro de los tres meses de posoperatorio.

Un paciente de la Cleveland (el peluquero oficial) tenía dobles mamarias injertadas con este sistema, y veinte años después de la cirugía seguía viviendo solo con estos implantes y el resto totalmente tapado. A su caso, René lo presentaba frecuentemente en los congresos. Llegamos a hacer unos cuantos hasta 1974. Cuando los lechos distales eran malos, le poníamos el injerto mamario dentro del músculo y debajo de las arterias diagonales.

Ya con más coraje y el uso de la circulación extracorpórea, se reemplazaban los sectores de arterias tapadas por trozos de vena safena y se suturaba con puntos separados de Seda 6-0 (cuatro décimas de milímetros, más 5 na que un pelo).

Finalmente, una cirugía que aún hoy sigue siendo enorme. El tronco de la coronaria izquierda nace de la aorta pero pasa detrás de la arteria pulmonar antes de dividirse en descendente anterior y circunB eja e irrigar el 60-70 por ciento del corazón. En esa época, se debía cortar la arteria pulmonar para llegar al tronco, abrirlo, hacerle el reemplazo del sector enfermo por la vena y volver a suturar la arteria pulmonar.De aquí se desprende el alto índice de mortalidad del procedimiento.

Normalmente, se formaban grupos de trabajo en los cuales René seguía en la misma sala de operaciones mientras los residentes rotaban. El día que Favaloro realizó el primer bypass exitoso y encontró la solución para estas famosas lesiones del tronco coronario, ocurrió una anécdota que no quiero dejar de contarles.

Uno de los residentes le dijo el día anterior a la cirugía que iba a llegar tarde, ya que debía pasar por la iglesia a confesarse debido a que la mortalidad del procedimiento lo obligaba a hacerlo por su conciencia.René le contestó que fuera a confesarse sin ningún problema, pero que intentara cambiar de grupo de quirófano (sin duda, francamente ofendido). Esto que les cuento pone al descubierto un rasgo fundamental de la personalidad de Favaloro: ir siempre para adelante.

Le gustaba poco cuando algo o alguien lo retrasaba. Personalmente, creo que yo, de haber recibido un comentario tan agresivo, y ante los resultados negativos obtenidos hasta ese momento, no habría seguido adelante. Pero justamente él se agrandaba en las situaciones límite.

Su ayudante en el quirófano de aquel primer bypass era Chembe Chai, un tailandés de manos muy hábiles. Fue así que Favaloro decidió ir más lejos de la obstrucción y sacar la vena desde la aorta. Así es como se hacen los bypass hoy en día, una simpleza que se convirtió en genialidad. Pero en aquella época todos opinaban que se iba a tapar, que las venas no preparadas iban a reventar con la presión, que no iban a durar, etcétera.

Por esa misma época, un jeque árabe se operó en la Cleveland y realizó una donación. El Board (consejo) de la clínica se reunió y le preguntaron a René si hacían diez camitas dedicadas a esta cirugía, a lo que René contestó: "¿Diez camitas? Hagan un piso entero y compren el hotel de enfrente, porque no van a tener lugar donde poner a los pacientes".

Esto lo pinta de cuerpo entero. De estar en Jacinto Aráuz, un pequeño pueblo en la provincia de La Pampa, donde terminó haciendo una clínica, fue a los Estados Unidos y en once años inventó el bypass coronario, solución para varios millones de personas, escribió un libro sobre el tema, llegó a las cinco mil cirugías a corazón abierto, operó en el mundo entero. Renunció a todo eso por su patriotismo y se ubicó en el Sanatorio Güemes, un lugar que en ese momento no estaba adaptado para este tipo de cirugías, formó el equipo al que pertenecimos, llevó a la Argentina a los primeros lugares de la especialidad en el mundo.

Y logró, tal vez, lo más importante: conectarse con su pueblo, con ese lenguaje sencillo, casi paisano. Llegó a ser uno de los íconos de la honestidad. Algo así como el Maradona o Messi de la medicina. Le faltó modificar algunos puntos del sistema médico en la Argentina, tarea ciclópea si las hay. Aquí no lo dejaron. Y pienso algo más: ¿lo dejarán a alguno?, ¿o seguiremos inaugurando hospitales con fines políticos, para después dejarlos sin mantenimiento?




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